El Profesor


Mi primer trabajo...

Mi vida laboral empezó cuando estaba a mitad de mi carrera universitaria (tenía 21 años), un pariente que también era estudiante de medicina en León (Haroldo Aguirre) me propuso que tomara su puesto de profesor de inglés en la escuela secundaria de Telica, a unos cuantos kilómetros de León. Por esa razón algunas tardes me salía de clases del viejo hospital San Vicente para tomar el transporte que me recogía justo al final de la Avenida Debayle. Era profesor de inglés o sea “teacher” tres veces a la semana. Mi salario era de 600 córdobas y era el año 1978. También había otros estudiantes universitarios que llegaban a trabajar como profesores, entre ellos recuerdo a Neddar Sirias estudiante de biología que se encargaba de las clases de Ciencias Naturales.

Ese fue mi primer trabajo, el cual recuerdo con mucho cariño pues logré hacer muchas amistades hasta el día de hoy, además porque mi madre vivió en este lugar una parte de su vida. Una de esas amistades es la del Sr. Humberto Espinoza quien laboraba en el colegio en esa época. Esa primera experiencia laboral terminó cuando la directiva de padres de familia reunida en el colegio me acusó de estar instigando a los estudiantes a sumarse a la lucha revolucionaria para derrocar a Somoza. Si bien es cierto ellos ya estaban organizándose y tenían suficiente nivel de conciencia para desarrollar su propio liderazgo. Recuerdo que en una ocasión mientras trasladaba unos comunicados subversivos desde León a Telica para entregarlos a la organización estudiantil, un retén de la GN detuvo el microbús y bajó a todos los pasajeros para revisar si alguien llevaba armas. Yo pensé que ahí mismo me iban a apresar si descubrían los comunicados. Afortunadamente el guardia estaba cansado, asoleado, y ante los ruegos de la gente nos indicó que subiéramos de nuevo, yo llegué con los nervios de punta a dar mis clases de inglés… Open your books ladies and gentlemen ¡

Cuando terminé mi carrera universitaria (Medicina) hice el internado rotatorio en el hospital de León. Fueron alrededor de 18 meses ya que cuando me faltaba la última rotación (por Medicina Interna) me fui de médico de un batallón de campesinos del municipio de Malpaisillo. Pasé tres meses de médico de batallón en el norte del país, una experiencia que me produjo sentimientos encontrados, la cercanía de la guerra y los muertos fueron elementos que probablemente forjaron mi conciencia en esos años. Regresé invencible a terminar el internado a León.

Mi ingreso a la docencia universitaria.

Al inicio de la década de los 80 muchos docentes de la universidad se habían marchado del país por temor al gobierno revolucionario y se requería entrenar a nuevos profesionales para suplir estas vacantes. Quien me reclutó para la facultad fue mi amigo y compañero de estudios Rigoberto (Tito) Meléndez (Q.E.P.D.), así que ambos fuimos a parar al Departamento de Medicina Preventiva de la facultad. Puedo afirmar que fui parte de los fundadores de ese departamento en esa nueva época que estaba empezando. Desde el inicio me gustó la idea de dar clases y empecé a prepararme esperando la primera oportunidad para hacer cursos o alguna especialidad o postgrado. Estuve a cargo de asignaturas como Bioestadística e Higiene ambiental, también impartí Epidemiología. Realicé estudios de post grado en Suecia, Cuba, Venezuela y México, y finalmente me perfilé en el área de la Salud Ocupacional. Fui uno de los fundadores del grupo de Investigación y Atención en Salud Ocupacional de la universidad de León (UNAN León) el grupo con mayor experiencia del país.

Durante los años 80 la vida laboral de todos los nicaragüenses siempre estuvo definida por el rumbo político del proceso revolucionario. En varias ocasiones estuve asistiendo médicamente en campamentos militares como parte de mis responsabilidades políticas pues formaba parte de ese sueño de construir el hombre nuevo. Las “movilizaciones” a zonas de guerra eran muy frecuentes y los compañeros de trabajo debían cubrir tu carga laboral, en este caso asumir la enseñanza de alguna materia. Esta fue la época de la escasez de productos básicos, de los salarios de millones debido a la hiperinflación, de los carros Lada y Niva (vehículos rusos), de la cuota de AFA (arroz, frijoles, azúcar) que proporcionaba el gobierno… en ese escenario me casé y tuve mis primeros hijos. Lógicamente que en la universidad se trabajaba con todas las dificultades y escasez de recursos. Las radiografías que ya no se utilizaban en el hospital se lavaban hasta quedar transparentes y se usaban para escribir sobre ellas y dar clases colocándolas en los retro proyectores, que eran unos cajones que tenían una fuerte luz que permitía proyectar y que además calentaba en extremo el equipo.

Con los 90 llegó Doña Violeta y regresó el abastecimiento, había otra vez aceite para cocinar, papel higiénico, pasta dental, desodorante, jabón y esas cosas tan necesarias. La universidad percibió también ese cambio, los 90 fueron años para recuperar el atraso que impuso el bloqueo económico al gobierno sandinista. Empezó el internet a dar sus primeros pasos, el correo electrónico (E-mail) vino a impulsar las comunicaciones, aún se utilizaba el fax.

Para esta época estuve a cargo de varias materias en la Facultad de Medicina: Salud Ocupacional (Salud y Trabajo), Epidemiología e Investigación en Salud. Debo decir que estuve a cargo de las prácticas de “Salud y Trabajo” en algunas fábricas de León como Cartonica y Agrosa (productora de aceite y jabón), en esta última conocí a Ramón Sevilla, un hábil trabajador con quien coordinaba las actividades, finalmente nos hicimos compadres.

Quizá la mayor aventura académica haya sido ser parte del equipo fundador de la Maestría en Salud Pública en 1995 junto a Aurora Aragón, Gregorio Matus, Juan Almendárez y Néstor Castro. Este postgrado empezó en las instalaciones del SILAIS León (Antiguo Hospital San Vicente) con el impulso y apoyo del Dr. Ofilio Mayorga, director del Ministerio de salud para la región. Únicamente Néstor y yo quedamos en el equipo de dirección y en 1997 trasladamos la maestría al hospital HEODRA a las instalaciones de la universidad. Este traslado se hizo por las amenazas del nuevo gobierno liberal de Arnoldo Alemán hacia la universidad. Entre tantas amenazas, en aquella época circuló un documento apócrifo donde se informaba sobre el proyecto de desconocimiento de todos los títulos de médicos graduados en los años 80.

La última etapa de mi vida laboral fue en la primera década del Siglo XXI. Quizá una de mis buenas experiencias fue ser sindicalista por dos años (2009-2010) en un medio donde la academia ya no era la prioridad. Finalmente opté por la jubilación en el año 2013.

Actualmente continúo brindando asesorías individuales y por grupos a personas que siempre me buscan o les han hablado de mi experiencia.