La propuesta
a la memoria de Don Sergio Manzanares, propietario del Bar LAS ANTILLAS, León Nicaragua.
Hace muchos años, a inicios de los 80, mi viejo amigo y compañero de estudios universitarios, Tito Meléndez, me llevó a conocer un bar. Era un bar especializado en sopas, conocido como Las Antillas. Atendía una hermosa joven que desbordaba un encanto especial. Llenaba la atmósfera con su magia y todos la adorábamos. Una tarde no resistí al encantamiento que irradiaba y después de apurar el trago le expresé lo que ya todos alguna vez le habían dicho. Una inusual y nerviosa propuesta de amor. Ella sonreía quizá acostumbrada a esas declaraciones. Después de escuchar mi trémula voz me vio a los ojos y dijo:
“Me halaga su proposición, pero no puedo aceptarla porque soy la esposa del dueño del bar.”
Y se retiró dejándome perplejo con mis palabras esparcidas sobre la mesa. Meses después aquella mujer desapareció y no la vi nunca más. Tito y yo seguimos frecuentando el bar y en todos estos años se convirtió en uno de mis lugares favoritos.
Tiempo después, una tarde de Enero fui al bar. Estaba leyendo el diario cuando entró una misteriosa mujer, todos volteamos a verla. El ambiente se impregnó de cierta magia ya conocida. Sus encantos me parecieron familiares. Era ella, siendo de nuevo el centro del universo. Unas hebras plateadas adornaban su cabellera, y sus jeans guardaban todavía un cuerpo bien cuidado. No pude evitar el recuerdo de aquella proposición nerviosa. Traté de continuar leyendo, pero fue imposible. Me dirigí al baño mientras la roconola sonaba Born on the bayou de los Creyentes. Al volver a mi mesa, Don Sergio, el dueño del bar me interceptó, y con extrema amabilidad me presentó a su ex esposa. ¡No lo podía creer! Hicimos unas bromas y le pregunté si recordaba mi propuesta de 30 años atrás. La respuesta fue obvia, no lo recordaba. Seguimos con las bromas. Finalmente le conté que este bar era mi favorito, y que sus hijos y su ex esposo eran ahora mis amigos. Entonces se me ocurrió que era una buena oportunidad para una foto, para ello sólo andaba mi celular, así que en la penumbra del bar, quedó congelada la imagen de ese reencuentro con aquella mujer mágica.
ENERO 2011
Hola Juan
Interesante relato.
saludos