La bendición de Juan Pablo II
Poeta Núñez contando la historia de la bendición.

Con el poeta Núñez, donde fue El Sacuanjoche, León.

ANÉCDOTA NORTEÑA
Omar Avilés, Sergio Simpson y Rafael Mitre.

Marianela Corriols, Juan Centeno, Esthela Calderón y Sergio Simpson.

LA TAREA
LA TAREAEN CASA DE SALVADOR
Laura Centeno

En casa de Salvador

Dedicatoria de Salvador

Flavio Hernández y yo


UN CIUDADANO DISTINGUIDO.
UN CIUDADANO DISTINGUIDO.
Entre las cosas especiales que me han ocurrido sin duda está el pergamino de “CIUDADANO DISTINGUIDO” que me otorgó el consejo municipal de la Alcaldía de León en el año 2012. Para ese tiempo me encontraba tramitando mi jubilación luego de un período de 2 años en que fui representante sindical de los docentes en la Facultad de Medicina de la UNAN León. Ese honor me fue conferido por causas eminentemente culturales y llegué a la conclusión que debía aceptarlo como un presente de la ciudadanía y no del gobierno en el poder. Para algo me iba a servir.
En esa época, en muchas calurosas tardes del verano iba con amigos a “La Tertulia”, un centro de encuentros, cuyo propietario, el español Manuel Tapial no había podido definir en el formulario para el permiso que tipo de establecimiento era el suyo, pues allí había de todo un poco. A Manuel no le gustaba que le llamaran bar a su centro. Se vendía cerveza, se hacían recitales de poesía, se vendía comida, se hacían talleres, reuniones de grupos culturales, etc. Todos la pasábamos bien en La Tertulia hasta que unos vecinos empezaron a quejarse del ruido en horas de la madrugada, según la denuncia. La policía decidió cerrar el centro y Manuel se puso triste. A puertas cerradas nos contó el percance. El pelón (Manuel) buscó apoyo entre la gente que asistía a La Tertulia y se elaboró una lista con las firmas de quienes mostraron su solidaridad. Fue entonces cuando se me ocurrió utilizar mi título otorgado por la alcaldía. Hice una fotocopia del diploma y escribí sobre él con letras grandes: “Yo apoyo la reapertura de La Tertulia” y debajo mi firma. Esa hoja de papel se adjuntó al resto de firmas y Manuel inició días después el proceso de apelación ante las autoridades.
Habían pasado unos diez días cuando el Pelón nos dio la noticia con alegría y entusiasmo de la reapertura de La Tertulia. Por supuesto había que celebrarlo. Nos reunimos con cervezas y guitarras para reiniciar las actividades del centro. Manuel nos mostró el documento de la resolución que había dado la policía. En una de sus partes se leía: “Y habiendo mostrado el Sr. Manuel Tapial la documentación requerida según la ley que rige a los establecimientos dedicados a la diversión y habiendo mostrado el apoyo de su clientela a través de firmas presentadas por la espontánea voluntad de los mismos, entre los que se encuentra el “Ciudadano Distinguido de la ciudad de Santiago de Los Caballeros de León” el Sr. Juan Centeno, se otorga el correspondiente permiso para continuar operando en el centro registrado ante autoridad competente como La Tertulia. Dado en la ciudad de León… bla bla bla etc. etc. etc.
Definitivamente quise creer que mi título real o municipal había ayudado al amigo. Me sentía muy orgulloso mientras brindábamos por aquel triunfo que se había conseguido con mi pequeña contribución.
En 1997, a Paul McCartney la reina Isabel II lo nombró caballero por sus “servicios a la música” y le otorgó el título de “SIR PAUL”. En 2012 a Juan Centeno la alcaldesa Santos Roque le otorga pergamino nombrándolo “CABALLERO DISTINGUIDO” de la ciudad de Santiago de Los Caballeros de León de Nicaragua por su valiosa contribución en la poesía en pro del desarrollo de la cultura.
No me puedo quejar.
Juan Centeno/
León/03/11/2022

La picazón de Indalecio.
La picazón de Indalecio.
Indalecio despertó a eso de las dos de la mañana con una picazón terrible en sus partes nobles. Al lado derecho de la cama, Teresa su cuarentona mujer dormitaba con unos pequeños e indefensos ronquidos. Indalecio procedió entonces a hacer lo que es obligatorio en estos casos: rascarse. De inmediato experimentó el placer de tal acción. No obstante, entre más se rascaba más le picaba. Se dio cuenta que no estaba resolviendo nada aunque no paraba de hacerlo. Trató de ubicar bien el área comprometida para buscar que echarse allá abajo para aminorar la molestia. Era la parte de abajo de las bolsas testiculares, justo antes de la frontera que divide el cuerpo en la parte de adelante y la de atrás. Se levantó y fue al baño. ¡Nada! Revisó en un baúl y otros rincones. No halló nada. Regresó a la cama y observó que sobre la mesita de noche había un frasco de ZEPOL, el ungüento mentolado que se frotaba en el pecho en las noches de lluvia. No tenía otro palo en que ahorcarse. Voy de viaje pensó. Se acostó y abrió el frasco. Con el índice de su mano derecha extrajo suficiente ungüento mientras con la izquierda levantó el promontorio para aplicar lo que habría de acabar con su tormento. Aplicó aquello dando unos masajes en círculos y procurando cubrir el área de donde provenía aquella infernal picazón. Reposó su cabeza en la almohada y poco a poco fue sintiendo aquel frío intenso que le penetraba la ingle y subía al abdomen. Al inicio tuvo pánico, pero empezó a disfrutarlo cuando percibió una reducción de la picazón. Al rato se quedó dormido.
Con los primeros gallos Teresa despertó y observó sorprendida el miembro viril de su marido totalmente rígido y hasta un poco más grande de lo normal. Quiso aprovechar aquella circunstancia y subiendo sobre la humanidad de Indalecio procedió al ritual del sexo mañanero con subidas y bajadas que despertaron al desvelado marido. La pareja disfrutó como nunca esa fría madrugada con jadeos y suspiros casi agónicos entre la sinfonía de los pájaros del amanecer.
Ese día por la tarde, Indalecio se reunió con sus amigos de tragos, a los que contó la experiencia con el Zepol. Todos utilizaron aquel mágico ungüento durante meses y años. Indalecio sin embargo les hizo prometer que nunca hablarían de aquel milagro. Desde entonces, aquel remedio para la picazón es el secreto mejor guardado en todo Nagarote.
Juan Centeno
