Pequeñas monedas
Cuando salí del baño mi mujer ya se había ido al trabajo. Se había llevado el carro sin esperarme como de costumbre. Pensé ir a la oficina caminando pero era difícil, tenía que llevar mi bolso, unos libros y un maletín. La solución era tomar un taxi. Revisé la cartera y no había nada. Entre las llaves, unas monedas despertaron mi esperanza. Comencé a contar, había en total seis córdobas, me faltaban nueve. Removí el contenido de varias gavetas buscando casi con desesperación. En la oficina me estaban esperando.
Mientras exploraba, volteaba a ver el reloj que me indicaba que se hacía tarde. La señora que plancha llegó en ese momento y me ofreció tres monedas para totalizar ahora los nueve córdobas. Aún no había resuelto. En León la carrera de taxi cuesta 15. Continué sacando cosas de las gavetas, hasta me entretuve con objetos interesantes que no recordaba que permanecían en esos lugares. Fotos, audífonos, lentes oscuros, lápices, pastillas vencidas, en fin… voltee de nuevo hacia el reloj… al fondo de la gaveta unas moneditas me animaron. Eran pequeñas monedas de diez y cincuenta centavos que alguien tiró allí pensando que nunca resolverían algún problema económico. Logré juntar cuatro córdobas con cincuenta centavos, ya iba cerca de la meta.
Seguí buscando. De pronto me detuve y pensé: La cocina ! eso es… uno suele poner monedas en cualquier lugar de la cocina. Aparté unos adornos y detrás de una caja de condimentos, con un poco de polvo, descubrí tres solitarias monedas de 50 centavos. Lo había conseguido. Coloqué todas las monedas en mi bolsillo y con apuro tomé mis cosas para ir al trabajo. Me dirigí a la esquina para tomar un taxi. En el trayecto, un borrachito de esos que amanecen con la voz grave y aguardentosa se me acercó y me dijo: Chele ! Me regalás un peso ?
JCenteno/Marzo/2011